Suspiro cuando recuerdo
ese segundo fatal,
en que dijiste muy serio:
-Hoy...tenemos que hablar.
Imaginé el motivo
y solo pude pensar:
-Si solo por ti yo vivo...
¿cómo me puedes faltar?
Pero hablamos...y lloré.
Te fuiste y seguí llorando.
Como nunca imaginé...
lloré por seguirte amando.
Los ríos de la existencia
convierten dolor y pena,
en suspiros y paciencia...
tal como piedra en arena.
Sonrío cuando recuerdo
ese amor que terminó,
porque encontré otro nuevo...
verdadero...y mejor.
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